La bolsa de Cubialcoy

Fíjate! Pasamos a la parte interesante: la máquina embolsadora. Mira cómo los cubitos se van cayendo dentro de las bolsas automáticamente. La máquina mide exactamente cuántos cubitos entran en cada bolsa, no se desperdicia ni uno. Es como ver a un robot trabajando con precisión quirúrgica.

Ahí está la sección de sellado: la máquina cierra cada bolsa con calor, dejando todo herméticamente cerrado. Esto es clave, porque así el hielo se mantiene limpio y no se derrite rápido. Incluso hay una pequeña inspección visual: algunas cámaras detectan si la bolsa está bien llena antes de continuar.

Y ahora fíjate en la velocidad: las bolsas salen en fila, listas para ser apiladas y empaquetadas para el transporte. Todo el proceso es súper rápido y eficiente, pero al mismo tiempo muy limpio; parece casi mágico cómo el hielo pasa de un montón suelto a bolsas listas para vender.

Es imposible no sorprenderse, por más que estemos acostumbrados, de la precisión de la maquinaria y de cómo algo tan simple como embolsar hielo puede ser tan organizado y automatizado.

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